Subreporte de violencia sexual: estigma, normas sociales y de género
Una revisión de alcance global
Investigación: Liliana Arias Urueña, Julián López Céspedes, Arturo Harker Roa y Prof. Catherine Maternowska
Antecedentes
El abuso sexual infantil (ASI) es un problema de salud pública mundial. Afecta a más de 120 millones de niñas, niños y jóvenes en todo el mundo (CDC, 2022; Nace et al., 2021).
Sin embargo, estos eventos son raramente reportados a pesar de su frecuencia. Según datos de la Encuesta de Violencia contra Niños, Niñas y Adolescentes (EVCNNA), para el caso colombiano, entre las personas que experimentaron violencia sexual en su infancia, apenas la mitad (54.3% mujeres y 48.1% hombres) le contaron a alguien (amigos, vecinos, familiares) acerca del incidente y menos del 14% trataron de acudir a servicios de ayuda como la policía, hospitales, el ICBF o la Fiscalía (Ministerio de Salud y Protección Social, 2019).
Existen varios factores que están vinculados con la baja cantidad de denuncias de violencia sexual que ocurre durante la infancia y la adultez. Uno de los más significativos es el estigma junto con las nocivas normas sociales y de género que perpetúan una cultura de silencio, vergüenza y culpabilidad en torno a este problema a nivel global.
Todavía no comprendemos completamente cómo el estigma y esas normas sociales y de género afectan las decisiones de las personas para denunciar y buscar ayuda después de enfrentar estos eventos. Por esta razón, decidimos hacer una revisión de la literatura conocida como 'scoping review' en la que analizamos 97 artículos científicos de todo el mundo. Estos articulos estudiaban el estigma y las normas sociales en relación con el reporte y denuncia de experiencias de violencia sexual en adultos, niños, niñas y jovenes.
Lo que encontramos
Encontramos muy pocos artículos enfocados particularmente en violencia sexual infantil. Tan solo el 11% de los estudios involucraron personas menores de 18 años. Esto nos preocupa porque indica que las experiencias de los niños, niñas y jóvenes permanecen poco investigadas.
Analizamos los hallazgos de nuestra revisión utilizando el modelo socioecológico. Este modelo nos permite ver en dónde están localizados y cómo interactúan múltiples factores y mecanismos que dan forma al estigma y por lo tanto al subreporte. Los niveles que considera este modelo son: individual (ej. factores personales como la etnia), meso (ej. relaciones, familia) y macro (ej. instituciones, políticas).
A nivel individual, dos factores principales parecen aumentar una forma de estigma conocido como autoestigma y, por lo tanto, disminuir el reporte:
- Pertenecer a una identidad sexual y/o grupo étnico minoritario.
- Ser trabajador sexual (al parecer la violencia sexual es considerada normal y un riesgo esperado en el contexto de sus trabajos).
Algunas mujeres afroamericanas perciben los servicios de salud o los sitios donde se reportan estos eventos (e.j. policía), dominados por blancos y hombres y esto no las hace sentir cómodas para reportar un evento de violencia sexual, así que prefieren no hacerlo.
Entre algunas minorias étnicas, algunas normas sociales y de género nocivas son más frecuentes. Por ejemplo, algunos sobrevivientes de violencia sexual de comunidades afroamericanas, latina y del sur de Asia (e.j. Bangladesh, India) consideran que reportar un evento de violencia puede ser un signo de debilidad de carácter, also así como mostrar su incapacidad para lidiar con la dificultad propia de la vida.
En la revisión de los estudios encontramos testimonios como este:
'Bueno, nos enseñaron desde muy jóvenes que hay que ser fuerte, no puedes ser una carga para tu familia… ellos tienen sus propios problemas entonces no es justo molestar a la gente con mis problemas. Además yo guardo las cosas para mí, no le digo a nadie lo que me pasa, es mi asunto.'
Sobre las prácticas de trabajo sexual, Mai, una participante de uno de los estudios analizados, dijo esto:
'Hay muchos riesgos esperados, por ejemplo hay clientes difíciles, pueden engañarme y no pagar después o pueden pegarme o tratarme mal… no sé por qué esto pasa pero es tal vez porque no les gustó el servicio entonces esto puede hacer que a uno no lo traten bien.'
En el nivel meso encontramos que existen complejas normas sociales y de género en torno al honor familiar, la virginidad de las mujeres y las nociones de masculinidad. Estas ideas generan respuestas sociales estigmatizantes hacia aquellos que han experimentado violencia sexual. Los sobrevivientes son conscientes de estas respuestas, temen perder su estatus social y/o de género, el de sus familias y ser socialmente discriminados. Por lo tanto, prefieren permanecer en silencio, no reportar ni buscar ayuda.
Esto es ilustrado en el siguiente relato:
'Admitir un evento de violencia trae verguenza, no solo a ti, a tu familia y a toda la gente que hay a tu alrededor.'
A nivel macro, hay complejos y persistentes “mitos de la violación” en contextos del sur y norte global. Estas son creencias falsas, perjudiciales y estereotipadas sobre los eventos de violencia sexual, agresores y sobrevivientes.
Algunos de estos mitos son:
'El abuso sexual solo sucede en la noche.'
'Algo habrá hecho para que la violaran. ¿Llevaba minifalda, caminaba sola en la noche...?'
'Debe estar mintiendo para conseguir algo a cambio.'
Estos mitos son frecuentemente experimentados por los sobrevivientes al reportar y buscar ayuda en instituciones como la policía o servicios de salud. Aquí se revela cómo políticas y prácticas institucionales pueden ir en contra del acceso de los sobrevivientes a la sanación y la justicia adecuadas.
Conclusiones
Muy pocos estudios se centran específicamente en (ASI) y menos aún abordan las experiencias y opiniones de niños, niñas y jóvenes sobrevivientes. Los sentimientos de miedo, vergüenza y culpa son centrales en las decisiones de los sobrevivientes de no reportar, esto porque temen ser socialmente discriminados. Los mitos de la violación parecen ser frecuentes en las instituciones donde estos eventos son reportados y por lo tanto una barrera para el reporte y la búsqueda de ayuda.
Las normas sociales y de género negativas refuerzan los sentimientos de culpa y vergüenza, de modo que las sobrevivientes prefieren internalizar sus experiencias en lugar de revelarlas y buscar ayuda.
- El estigma y las normas sociales y de género perjudiciales disuaden a los sobrevivientes de violencia sexual de reportar y buscar ayuda; sin embargo, hay poca investigación sobre el papel del estigma entre los sobrevivientes de (ASI) y aún menos estudios que directamente exploran las experiencias de los niños, niñas y jóvenes.
- El estigma que impide la divulgación opera a nivel individual, meso y macro. Las intervenciones de prevención y respuesta para abordar el estigma deben trabajar en estos múltiples niveles simultáneamente.
- Los temores de los sobrevivientes a la pérdida de su estatus social, el de su familia, la exclusión social y la discriminación se ven acentuados por complejas y perjudiciales normas sociales/de género, particularmente alrededor de la sexualidad, la virginidad en las mujeres, la masculinidad y el honor familiar. Estas normas y prácticas deben ser exploradas e intervenidas si queremos garantizar políticas de prevención de la violencia más coherentes y mejores desenlaces en salud entre los sobrevivientes
Así se ve el modelo socioecológico que encontramos: