X

Glosario

Definiciones de violencias y maltratos

Otras definiciones

X

¿Cuánto sabe sobre datos de violencia en Colombia?

Violencia sexual

La violencia sexual es uno de los tipos de violencia de los que menos se conoce por su naturaleza estigmatizante y tabú. Cualquier dato que usted haya visto seguramente es mucho menor al número real por el miedo o presión que genera denunciar. Con eso en mente, ¿cuál cree que es el porcentaje de mujeres y de hombres que han experimentado violencia antes de sus 18 años?

Según la encuesta (EVCNNA) realizada a jóvenes entre 18 y 24 años, cerca de una de cada siete mujeres (15,3%) y menos de uno de cada trece hombres (7,8%) fueron víctimas de violencia sexual antes de cumplir 18 años. Entre quienes fueron víctimas de violencia sexual en la infancia, el 37.2% de las mujeres fueron víctimas del primer evento a los 13 años o menos.

A nivel nacional, entre los jóvenes que fueron víctimas de violencia sexual en la infancia, aproximadamente tres de cada cinco mujeres (61.8%) y más de dos de cada tres hombres (67.4%) fueron víctimas de múltiples eventos antes de cumplir 18 años.

Perpetradores de violencia sexual

Existe el mito de que los violadores o perpetradores de violencia sexual son personas que andan por las calles acechando a sus víctimas. Sin embargo, con bastante frecuencia estas personas suelen ser cercanos a quienes violentan. ¿Quiénes cree usted que son los agresores más frecuentes en Colombia?

Según la encuesta (EVCNNA) realizada a jóvenes entre 18 y 24 años, en las mujeres a nivel nacional el agresor más común en los primeros eventos de violencia sexual fue un amigo, compañero de estudios o vecino (30.5%) o una pareja romántica actual o anterior (18.9%).

En los hombres, los agresores más comunes para el primer evento de violencia sexual fueron un amigo, un compañero de estudios o un vecino (61.0%).

Servicios de ayuda para violencia sexual

Muchas veces se recrimina a quienes experimentan algún tipo de violencia sexual no haber denunciado o buscado ayuda, pero ¿sabe usted cuántas personas, de las que experimentan este tipo de violencia, conocen a dónde acudir?

El conocimiento de los servicios de atención es relativamente bajo; a nivel nacional, solo el 49.4% de las mujeres y el 54.3% de los hombres que fueron víctimas de violencia sexual en la infancia, conocían un lugar al que acudir en busca de ayuda. La búsqueda de ayuda es tan baja que no hay datos confiables para medirla.

Violencia física y psicológica

¿Puedes imaginar cuantos niños y jovenes entre en Colombia han experiementa violencia psicológica al menos una vez en sus vidas?

Más de una de cada cuatro (26.5%) mujeres

y más de 1 de cada 3 hombres (37.5%) sufrió violencia física en su infancia o adolescencia.

Impactos en salud

Es muy común escuchar que hay que disciplinar a los niños mediante la violencia para que no sean malcriados o rebeldes de grandes. Sin embargo, la violencia en la infancia tiene graves consecuencias de salud que perduran incluso en la adultez.

Haga clic aquí para conocer algunos de estos graves efectos.

A nivel nacional, las mujeres de 18 a 24 años que fueron víctimas de violencia sexual en la infancia tienen mayor probabilidad de haber pensado en suicidarse comparadas con aquellas que nunca fueron víctimas de violencia sexual en la infancia (49.9% vs 14.0%).

A nivel nacional, las mujeres que fueron víctimas de violencia psicológica en la infancia tuvieron significativamente más probabilidad de haber pensado alguna vez en suicidarse, que las que no fueron víctimas de este tipo de violencia (49.6% vs 11.4%).

Las mujeres que fueron víctimas de violencia sexual en la infancia fueron más propensas a haber experimentado malestar psicológico en los últimos 30 días, en comparación con aquellas que no fueron víctimas de violencia psicológica en la infancia (78.5% vs 47.1%).

Cuando se examina a hombres y mujeres simultáneamente, a nivel nacional los adolescentes de 13 a 17 años que fueron víctimas de violencia sexual en el último año fueron significativamente más propensos a:

  • Experimentar malestar psicológico en los últimos 30 días, comparados con que aquellos que no fueron víctimas de violencia sexual (78.1% versus 43.5%).
  • Haber consumido alcohol en exceso en los últimos 30 días (49.9% versus 17.8%).
  • Haberse lastimando intencionalmente (70.4% versus 13.5%).
  • Haber pensado alguna vez en el suicidio (63.1% versus 9.4%).

A nivel nacional, los adolescentes que fueron víctimas de violencia física en el último año fueron significativamente más propensos que aquellos que no a:

  • Experimentar malestar psicológico en los últimos 30 días (66.9% versus 40.3%).
  • Haberse lastimado intencionalmente (32.0% versus 13.2%).
  • Haber pensado alguna vez en el suicidio (24,9% versus 9,5%).

Los adolescentes que fueron víctimas de violencia psicológica en el último año fueron significativamente más propensos, comparados con aquellos que no lo fueron, a:

  • Experimentar malestar psicológico en los últimos 30 días (77.8% versus 41.4%).
  • Haberse lastimado intencionalmente (52.7% versus 12.7%).
  • Haber pensado alguna vez en el suicidio (43.1% versus 8.8%).
X

Créditos

Este sitio concentra una serie de narrativas basadas en la investigación de análisis cuantitativos y cualitativos secundarios de la encuesta EVCNNA.

El objetivo de estas narrativas digitales, es hacer un intercambio de conocimiento para que los datos de las investigaciones sean transferidos a otros colaboradores y a otro tipo de audiencias.

De la adversidad a la esperanza es un proyecto del Centro Imagina de la Universidad de los Andes y es financiado por USAID y Heard.

La guerra no tiene rostro de infancia

¿Y dónde estaban los niños durante el conflicto armado en Colombia?

Subreporte de violencia sexual: estigma, normas sociales y de género

Una revisión de alcance global

Investigación: Liliana Arias Urueña, Julián López Céspedes, Arturo Harker Roa y Prof. Catherine Maternowska

Desliza hacia abajo

Antecedentes

El abuso sexual infantil (ASI) es un problema de salud pública mundial. Afecta a más de 120 millones de niñas, niños y jóvenes en todo el mundo (CDC, 2022; Nace et al., 2021).

Sin embargo, estos eventos son raramente reportados a pesar de su frecuencia. Según datos de la Encuesta de Violencia contra Niños, Niñas y Adolescentes (EVCNNA), para el caso colombiano, entre las personas que experimentaron violencia sexual en su infancia, apenas la mitad (54.3% mujeres y 48.1% hombres) le contaron a alguien (amigos, vecinos, familiares) acerca del incidente y menos del 14% trataron de acudir a servicios de ayuda como la policía, hospitales, el ICBF o la Fiscalía (Ministerio de Salud y Protección Social, 2019).

Existen varios factores que están vinculados con la baja cantidad de denuncias de violencia sexual que ocurre durante la infancia y la adultez. Uno de los más significativos es el estigma junto con las nocivas normas sociales y de género que perpetúan una cultura de silencio, vergüenza y culpabilidad en torno a este problema a nivel global.

Todavía no comprendemos completamente cómo el estigma y esas normas sociales y de género afectan las decisiones de las personas para denunciar y buscar ayuda después de enfrentar estos eventos. Por esta razón, decidimos hacer una revisión de la literatura conocida como 'scoping review' en la que analizamos 97 artículos científicos de todo el mundo. Estos articulos estudiaban el estigma y las normas sociales en relación con el reporte y denuncia de experiencias de violencia sexual en adultos, niños, niñas y jovenes.

Lo que encontramos

Encontramos muy pocos artículos enfocados particularmente en violencia sexual infantil. Tan solo el 11% de los estudios involucraron personas menores de 18 años. Esto nos preocupa porque indica que las experiencias de los niños, niñas y jóvenes permanecen poco investigadas.

Analizamos los hallazgos de nuestra revisión utilizando el modelo socioecológico. Este modelo nos permite ver en dónde están localizados y cómo interactúan múltiples factores y mecanismos que dan forma al estigma y por lo tanto al subreporte. Los niveles que considera este modelo son: individual (ej. factores personales como la etnia), meso (ej. relaciones, familia) y macro (ej. instituciones, políticas).

A nivel individual, dos factores principales parecen aumentar una forma de estigma conocido como autoestigma y, por lo tanto, disminuir el reporte:

  • Pertenecer a una identidad sexual y/o grupo étnico minoritario.
  • Ser trabajador sexual (al parecer la violencia sexual es considerada normal y un riesgo esperado en el contexto de sus trabajos).

Algunas mujeres afroamericanas perciben los servicios de salud o los sitios donde se reportan estos eventos (e.j. policía), dominados por blancos y hombres y esto no las hace sentir cómodas para reportar un evento de violencia sexual, así que prefieren no hacerlo.

Entre algunas minorias étnicas, algunas normas sociales y de género nocivas son más frecuentes. Por ejemplo, algunos sobrevivientes de violencia sexual de comunidades afroamericanas, latina y del sur de Asia (e.j. Bangladesh, India) consideran que reportar un evento de violencia puede ser un signo de debilidad de carácter, also así como mostrar su incapacidad para lidiar con la dificultad propia de la vida.

En la revisión de los estudios encontramos testimonios como este:

'Bueno, nos enseñaron desde muy jóvenes que hay que ser fuerte, no puedes ser una carga para tu familia… ellos tienen sus propios problemas entonces no es justo molestar a la gente con mis problemas. Además yo guardo las cosas para mí, no le digo a nadie lo que me pasa, es mi asunto.'

Sobre las prácticas de trabajo sexual, Mai, una participante de uno de los estudios analizados, dijo esto:

'Hay muchos riesgos esperados, por ejemplo hay clientes difíciles, pueden engañarme y no pagar después o pueden pegarme o tratarme mal… no sé por qué esto pasa pero es tal vez porque no les gustó el servicio entonces esto puede hacer que a uno no lo traten bien.'

En el nivel meso encontramos que existen complejas normas sociales y de género en torno al honor familiar, la virginidad de las mujeres y las nociones de masculinidad. Estas ideas generan respuestas sociales estigmatizantes hacia aquellos que han experimentado violencia sexual. Los sobrevivientes son conscientes de estas respuestas, temen perder su estatus social y/o de género, el de sus familias y ser socialmente discriminados. Por lo tanto, prefieren permanecer en silencio, no reportar ni buscar ayuda.

Esto es ilustrado en el siguiente relato:

'Admitir un evento de violencia trae verguenza, no solo a ti, a tu familia y a toda la gente que hay a tu alrededor.'

A nivel macro, hay complejos y persistentes “mitos de la violación” en contextos del sur y norte global. Estas son creencias falsas, perjudiciales y estereotipadas sobre los eventos de violencia sexual, agresores y sobrevivientes.

Algunos de estos mitos son:

'El abuso sexual solo sucede en la noche.'

'Algo habrá hecho para que la violaran. ¿Llevaba minifalda, caminaba sola en la noche...?'

'Debe estar mintiendo para conseguir algo a cambio.'

Estos mitos son frecuentemente experimentados por los sobrevivientes al reportar y buscar ayuda en instituciones como la policía o servicios de salud. Aquí se revela cómo políticas y prácticas institucionales pueden ir en contra del acceso de los sobrevivientes a la sanación y la justicia adecuadas.

Conclusiones

Muy pocos estudios se centran específicamente en (ASI) y menos aún abordan las experiencias y opiniones de niños, niñas y jóvenes sobrevivientes. Los sentimientos de miedo, vergüenza y culpa son centrales en las decisiones de los sobrevivientes de no reportar, esto porque temen ser socialmente discriminados. Los mitos de la violación parecen ser frecuentes en las instituciones donde estos eventos son reportados y por lo tanto una barrera para el reporte y la búsqueda de ayuda.

Las normas sociales y de género negativas refuerzan los sentimientos de culpa y vergüenza, de modo que las sobrevivientes prefieren internalizar sus experiencias en lugar de revelarlas y buscar ayuda.

    Así se ve el modelo socioecológico que encontramos:

    Puntos claves

  • El estigma y las normas sociales y de género perjudiciales disuaden a los sobrevivientes de violencia sexual de reportar y buscar ayuda; sin embargo, hay poca investigación sobre el papel del estigma entre los sobrevivientes de (ASI) y aún menos estudios que directamente exploran las experiencias de los niños, niñas y jóvenes.
  • El estigma que impide la divulgación opera a nivel individual, meso y macro. Las intervenciones de prevención y respuesta para abordar el estigma deben trabajar en estos múltiples niveles simultáneamente.
  • Los temores de los sobrevivientes a la pérdida de su estatus social, el de su familia, la exclusión social y la discriminación se ven acentuados por complejas y perjudiciales normas sociales/de género, particularmente alrededor de la sexualidad, la virginidad en las mujeres, la masculinidad y el honor familiar. Estas normas y prácticas deben ser exploradas e intervenidas si queremos garantizar políticas de prevención de la violencia más coherentes y mejores desenlaces en salud entre los sobrevivientes