La violencia es definida como “el uso intencional de la fuerza física o del poder, ya sea en grado de amenaza de ejecución real, ejercida contra uno mismo, contra otra persona, o contra un grupo o comunidad, siempre que la conducta produzca o tenga una alta probabilidad de producir lesiones, muerte, daño psicológico, trastornos en el desarrollo o privaciones”.
Incluyen la violencia física, sexual y psicológica/emocional y el trato negligente a los lactantes, niños y adolescentes, ocasionados por padres, cuidadores y otras figuras de autoridad, principalmente en el hogar, en la escuela y centros de cuidado residencial.
Son tipos de eventos que pueden derivar afectaciones en la edad adulta para la salud física, mental entre otros. Algunos de estas experiencias son: abuso físico, negligencia física, abuso emocional, negligencia emocional, abuso sexual, separación o divorcio de los padres, encarcelamiento de un miembro del hogar, tener una madre que fue tratada con violencia, enfermedad mental en el hogar y uso de sustancias en el hogar, nivel socioeconómico bajo, la victimización por pares, el aislamiento/rechazo por pares y la exposición a la violencia comunitaria.
Cualquier acto o serie de actos por parte de un padre, madre u otro cuidador que resulte en un daño, un potencial daño o una amenaza de daño. Las cuatro formas principales de maltrato son: físico, emocional o psicológico, negligencia o abandono y sexual. Según el Instituto Nacional Legal y de Ciencias Forenses- Grupo Centro de Referencia Nacional sobre Violencia (FORENSIS, 2020) la violencia hacia los niños, niñas y adolescentes es un tipo de violencia ejercida básicamente por los padres, el representante legal o cualquier otra persona que les genere daño y que afecta la integridad personal y el desarrollo integral del menor. (Organización Mundial de la Salud, 2022; Armfield et. al., 2021)
Que el padre o madre haya fallecido; haber estado separado del padre o madre por 6 meses o más.
Haber sufrido violencia en la comunidad, fuera de la casa o ambiente familiar.
Que padres, tutores, o cuidadores le hayan dicho que no merecía ser querido, que hubiesen preferido que no hubiese nacido o estuviese muerto o haber sido menospreciado, ridiculizado o humillado por estos. Haber sido humillado, insultado o ridiculizado; haber sido impedido de verse con familia o amigos o haber sido amenazado con daño físico por parte de la pareja antes de los 18 años.
Incluye la restricción de los movimientos de un niño, la denigración, la ridiculización, las amenazas y la intimidación, la discriminación, el rechazo y otras formas no físicas de tratamiento hostil.
Haber sido abofeteado, empujado, sacudido, golpeado con un objeto, pateado, estrangulado, asfixiado, ahogado, quemado, amenazado con armas blancas o de fuego intencionalmente por una persona de la misma edad, la pareja, padres y/o cuidadores o adultos en la comunidad.
Toda acción u omisión cometida por algún miembro de la familia en relación de poder, sin importar el espacio físico donde ocurra, que perjudique el bienestar, la integridad física, psicológica o la libertad y el derecho al pleno desarrollo de otro/a miembro de la familia. (Organización Panamericana de la Salud, 2022)
Haber recibido el ofrecimiento de apoyo económico o material a cambio de relaciones sexuales; haber recibido tocamientos de manera sexual y no consentida sin concluir en relaciones sexuales; haber sido presionado a tener relaciones sexuales sin haberlo conseguido; haber sido forzado físicamente a tener relaciones sexuales, habiéndolo conseguido; haber sido presionado a través acosos, amenazas, intimidación, engaños, chantaje o coacción, habiéndolo conseguido.
Incluye contacto sexual consumado o intento de contacto sexual no consensuales, actos de carácter sexual no consensuales que no impliquen contacto (como el voyerismo o el acoso sexual), actos de tráfico sexual cometidos contra una persona incapaz de consentir o rechazar y explotación sexual en línea.
Está relacionada al maltrato infantil que incluye tanto la agresión psicológica como el castigo físico por parte de los padres, cuidadores y otras figuras de autoridad y se puede producir en el hogar, en la escuela y en otros entornos.
Haber presenciado violencia intrafamiliar en el hogar.
Haber presenciado violencia en la comunidad.
Incluye contacto sexual consumado o intento de contacto sexual no consensuales, actos de carácter sexual no consensuales que no impliquen contacto (como el voyerismo o el acoso sexual), actos de tráfico sexual cometidos contra una persona incapaz de consentir o rechazar y explotación sexual en línea (en este caso, un infante).
es una respuesta fisiológica y psicológica a factores estresantes, tanto internos como externos. Esto ocurre cuando una persona percibe una situación o ambiente como amenazante y como una carga que supera sus recursos para afrontarla, lo que pone en peligro su bienestar. La respuesta de estrés implica la activación del sistema nervioso autónomo y el sistema endocrino, preparando el cuerpo para la lucha o la huida asociada al sistema nervioso simpático y al eje HPA (hipotálamo-hipófisis-suprarrenal).
Describe los efectos de la activación excesiva de los sistemas de respuesta al estrés que pueden afectar la arquitectura cerebral, el sistema inmunitario, los sistemas de regulación metabólica y el sistema cardiovascular.
Hace alusión a las consecuencias derivadas eventos adversos y estresantes; es decir, las afectaciones, resultados y efectos que experimenta una persona o comunidad como resultado de esos eventos. Estos efectos pueden manifestarse de manera inmediata o retardada, y pueden afectar diversos aspectos de la vida de una persona, como la capacidad para manejar el estrés, confiar en las relaciones y regular las emociones. El trauma puede dar lugar a reacciones inicialmente adaptativas en situaciones de amenaza vital, como la de lucha, huida, inmovilización o la disociación (estas dos últimas involucradas en las respuestas del sistema nervioso parasimpático dorsal vagal). Sin embargo, si estas reacciones se repiten o se aplican en situaciones menos amenazantes, pueden convertirse en respuestas desadaptativas.
Experiencias como por ejemplo: poder hablar abiertamente con un familiar o en familia sobre los sentimientos y sentirse escuchado, aceptado y apoyado; la creencia de que la familia los apoyó en tiempos difíciles: sentirse seguro y protegido por un adulto en el hogar.
Fueron creados por el acuerdo de paz de La Habana como un instrumento especial de planificación y gestión a 15 años. Su objetivo es estabilizar y transformar los territorios más afectados por la violencia, la pobreza, las economías ilícitas y la debilidad institucional, y así lograr el desarrollo rural que requieren estos 170 municipios. (Fuente)
En 2018 Colombia realizó por primera vez la Encuesta de Violencia contra Niños, Niñas y Adolescentes (EVCNNA o VACS, por sus siglas en inglés: Violence Against Children Surveys), que fue parte de la estrategia INSPIRE de la Organización Mundial de la Salud para prevenir la violencia infantil. Su objetivo era medir la prevalencia y las circunstancias alrededor de la violencia sexual, física y psicológica durante la infancia, adolescencia y la adultez temprana. La encuesta se aplicó a dos grupos de jóvenes entre los 14 y 24 años: una muestra nacional y otra de municipios históricamente afectados por la violencia, que están cubiertos por los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET).
El norte global se refiere a los países de altos ingresos, ubicados en su mayoría en el hemisferio norte, por ejemplo EEUU y los países de Europa. El sur global describe aquellos países con altos niveles de pobreza y que están ubicados predominantemente en el hemisferio sur, por ejemplo los países latinoamericanos, los del sur de Asia y África.
Según la encuesta (EVCNNA) realizada a jóvenes entre 18 y 24 años, cerca de una de cada siete mujeres (15,3%) y menos de uno de cada trece hombres (7,8%) fueron víctimas de violencia sexual antes de cumplir 18 años. Entre quienes fueron víctimas de violencia sexual en la infancia, el 37.2% de las mujeres fueron víctimas del primer evento a los 13 años o menos.
A nivel nacional, entre los jóvenes que fueron víctimas de violencia sexual en la infancia, aproximadamente tres de cada cinco mujeres (61.8%) y más de dos de cada tres hombres (67.4%) fueron víctimas de múltiples eventos antes de cumplir 18 años.
Según la encuesta (EVCNNA) realizada a jóvenes entre 18 y 24 años, en las mujeres a nivel nacional el agresor más común en los primeros eventos de violencia sexual fue un amigo, compañero de estudios o vecino (30.5%) o una pareja romántica actual o anterior (18.9%).
En los hombres, los agresores más comunes para el primer evento de violencia sexual fueron un amigo, un compañero de estudios o un vecino (61.0%).
El conocimiento de los servicios de atención es relativamente bajo; a nivel nacional, solo el 49.4% de las mujeres y el 54.3% de los hombres que fueron víctimas de violencia sexual en la infancia, conocían un lugar al que acudir en busca de ayuda. La búsqueda de ayuda es tan baja que no hay datos confiables para medirla.
Más de una de cada cuatro (26.5%) mujeres
y más de 1 de cada 3 hombres (37.5%) sufrió violencia física en su infancia o adolescencia.
Es muy común escuchar que hay que disciplinar a los niños mediante la violencia para que no sean malcriados o rebeldes de grandes. Sin embargo, la violencia en la infancia tiene graves consecuencias de salud que perduran incluso en la adultez.
Haga clic aquí para conocer algunos de estos graves efectos.
A nivel nacional, las mujeres de 18 a 24 años que fueron víctimas de violencia sexual en la infancia tienen mayor probabilidad de haber pensado en suicidarse comparadas con aquellas que nunca fueron víctimas de violencia sexual en la infancia (49.9% vs 14.0%).
A nivel nacional, las mujeres que fueron víctimas de violencia psicológica en la infancia tuvieron significativamente más probabilidad de haber pensado alguna vez en suicidarse, que las que no fueron víctimas de este tipo de violencia (49.6% vs 11.4%).
Las mujeres que fueron víctimas de violencia sexual en la infancia fueron más propensas a haber experimentado malestar psicológico en los últimos 30 días, en comparación con aquellas que no fueron víctimas de violencia psicológica en la infancia (78.5% vs 47.1%).
Cuando se examina a hombres y mujeres simultáneamente, a nivel nacional los adolescentes de 13 a 17 años que fueron víctimas de violencia sexual en el último año fueron significativamente más propensos a:
A nivel nacional, los adolescentes que fueron víctimas de violencia física en el último año fueron significativamente más propensos que aquellos que no a:
Los adolescentes que fueron víctimas de violencia psicológica en el último año fueron significativamente más propensos, comparados con aquellos que no lo fueron, a:
Este sitio concentra una serie de narrativas basadas en la investigación de análisis cuantitativos y cualitativos secundarios de la encuesta EVCNNA.
El objetivo de estas narrativas digitales, es hacer un intercambio de conocimiento para que los datos de las investigaciones sean transferidos a otros colaboradores y a otro tipo de audiencias.
De la adversidad a la esperanza es un proyecto del Centro Imagina de la Universidad de los Andes y es financiado por USAID y Heard.
Autoras:
Magister en Estudios Culturales, Universidad de los Andes.
Magister en Economía, Universidad de Los Andes.
Estudio comparativo de Colombia, Honduras y El Salvador
Autores:
Magister en Economía, Economista, Universidad de los Andes.
Estudiante de Gobierno y Asuntos Públicos y Ciencias Políticas, Universidad de Los Andes.
El impacto de la violencia en la infancia y adolescencia como predictor de ser víctima y victimario en la adultez
Autores:
Psicóloga clínica y Doctoranda en Educación, Universidad de los Andes.
Economista y Msc Economía, Universidad de Los Andes.
Una revisión de alcance global
Autores:
MD, PhD. Investigadora postdoctoral del centro Imagina, Universidad de los Andes.
Estudiante de Gobierno y Asuntos Públicos y Ciencia Política, Universidad de Los Andes.
PhD, Prof. Escuela de Gobierno y Director del centro IMAGINA, Universidad de Los Andes.
PHD, profesora de prevención de violencia en jóvenes, Universidad de Edimburgo.